Cajón desastre. Música
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Cuando la cobla está sobre el tablado, en la plaza, y se dispone á dar al viento las primeras notas de la sardana, acuden los chiquillos á situarse delante de los músicos y con las manos en los bolsillos o cruzadas á la espalda, cuando no perdido algún dedo en las profundidades de la naríz, contemplan embobados el juego de los instrumentos, sin que oigan una sola nota, puesto que para ellos lo importante y atrayente es el trabajo de dedos y mejillas que ejecutan los músicos, no siempre artistas.
Esto lo habrán visto cien veces mis lectores, ya que la sardana se ha generalizado como danza en toda Cataluña; hasta el punto de que los ampurdaneses, sea dicho de paso, estamos pensando en inventar otra nueva para nuestro uso comarcal, prohibiendo la exportación.
Cuando yo era niño, no éramos chiquillos solos que nos plantábamos boquiabiertos ante los músicos, sino que nos acompañaban y doblaban en número muchos hombres hechos, en especial campesinos, que reían con asombro los relucientes instrumentos de metal. Porque entonces las coblas eran novedad, relativamente ya que no hacía muchos años que Pep de Figueras había realizado su reforma y ayudado por Barretó y Massaró de Torroella las había generalizado por la Selva y el Ampurdán. (...)
(...) Es costumbre que en la iglesia del pueblo toque la música contratada para los bailes de la fiesta mayor. En Corsá solian contratar á un gaitero par ala danza, el cual tocaba también en la misa mayor, acompañándolo dos aficionados del pueblo que tocaban la guitarra y el triángulo. (...)
Otras veces alquilaban para el baile al famoso Jaime el Ciego, tipo que perdura en el recuerdo del pueblo y que se lo merecía. Jaime era un filósofo que tocaba el violín.