Desde Torroella de Montgrí
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Muy señor mio: Aunque han hablado los diarios de Barcelona, quiero anunciar á los numerosos lectores de LA LUCHA que los dias 25, 26 y 27 del presente mes, que se celebra nuestra fiesta mayor, que este año serán unas fiestas extraordinárias que por sus novedades llamarán á ésta fértil y hermosa villa a muchos forasteros, tanto de toda la comarca como de las diferentes partes de España que vienen á veranear en las frescas y pintorescas playas de nuestro barrio Estartit.
Basta decirle, que después de todo lo de rúbrica, El Centro recreativo tiene la orquesta de La Bisbal; El Círculo Torroellense, «La Lira»; El Casino Montgrí, la de Castellón de Ampurias; El Café Coll, "Als Montgrins" y todas estas cuatro sociedades en competencia, ya pueden mis lectores imaginar lo que harán por aquello de ¿Quién gana á quién?
Mas señor Director, pensar que tanto jolgorio nos ha venido desde que se dió el golpe del 3 de Enero en su Congreso á los hijos del profeta, debemos estar contentos esta villa haya despertado en que tantos años ha vivido bajo los cánticos del viejo y penitente David. (...)
De seguro por dicha causa El Círculo Torroellense, á disgusto de muchos sócios ha dejado LA LUCHA, porque la índole de tan popular diario no se presta á quemar incienso al ... De casa y coste, como dicha sociedad fuese patrimonio suyo; pero ya que como esclavos quieren vivir à la sombra del Manzanillo, con su pan se lo coman, que ya les vendrá su San Benito.
También es muy comentado que después de gastarse el oro y el moro para embellecer su Sinagoga, hayan demostrado tanta mezquindad al tener una orquesta tan arrolladora, mientras que otras sociedades que no blasonan de Cresos, tienen lo mejor del país, y esto prueba que el de la batuta debe ser un rico-pobre pasado por agua.
Aunque á tiempo debido tomó posesión de este Juzgado el amable abogado D. Augusto Mercader, el público notó en mucho nuestro (rancuer) Alcalde (sin duda la fotofobía que le causa tener un Juez que no mandará como cuando salían de su estuche) tuviera la nobleza, como era costumbre, de no hacerlo pregonar.